Suele considerarse al periodo cardenista como un momento importante en la historia de México, debido a los cambios políticos, económicos, sociales y culturales que sufrió, entre los que destacan los siguientes:
La consolidación de un estado posrevolucionario fuerte. El estado se convirtió en gestor del proceso de desarrollo económico, con base en una política gubernamental, que se traza como meta propiciar la formación de capital mediante la creación de mecanismos financieros, así como la disminución del gasto público, destinado a obras de infraestructura. El régimen cardenista fue una excepción, dado que el gasto público ganó importancia al significar un 19% del total, porcentaje que no sería superado hasta 1962. En términos generales, la gestión cardenista es considerada como la base de toda la infraestructura necesaria para implementar el desarrollo industrial de nuestro país y garantizar un mercado interno para las manufacturas nacionales, a través del llamado “modelo de sustitución de importaciones”.
La política de desarrollo implementada por Cárdenas influyó drásticamente entre las empresas petroleras de origen extranjero. Estas ejercieron desde 1937 una presión sobre nuestra política económica, que inició con el retiro de depósitos bancarios, provocando una crisis monetaria a partir de 1938. Asimismo, Estados Unidos no renovó su convenio anual para la compra de plata argumentando que éste debía ser revisado mensualmente. México continuó exportando plata pero en cantidades y precios menores al término de la gestión cardenista, que volvieron a subir. La venta de petróleo sufrió también un boicot; México tenía como opción a países como Italia, Alemania y Japón.
La crisis económica de este periodo fue producto de los efectos de las fuerzas del mercado y la influencia inmediata de la guerra. México entraba en una nueva etapa de desarrollo basada en la sustitución de importaciones, a través de nuestros recursos nacionales y la inversión extranjera.
La creación de nuevas unidades de producción en el campo. La Reforma Agraria se caracterizó por la liquidación de las haciendas bajo una reglamentación de jurisdicción federal que fue el Código Agrario. El Ejido tuvo el objetivo de satisfacer las necesidades de abastecimiento agrícola nacional, planteándose la posibilidad de una agricultura de exportación, cuyo potencial productivo dependía de la población dedicada a ella y que representaba la mayor parte de la población económicamente activa.
En el periodo obregonista la Reforma Agraria se institucionalizó, acelerándose el reparto de tierras, así como la regularización de la porción de las que habían sido ocupadas por la fuerza. Con Plutarco Elías Calles los avances fueron mínimos, ya que la agricultura se frenaba por la incertidumbre de la tenencia de la tierra.
Con Cárdenas se repartieron 18 millones de hectáreas. Los créditos del Banco de Crédito Ejidal y la unificación de los campesinos de la Confederación Nacional Campesina (CNC) con el Partido Nacional Revolucionario (PNR) fueron medidas necesarias desde el punto de vista económico y político; aunque este intenso reparto no logró restablecer al país de los estragos dejados a causa de la Gran Depresión de 1929, de la reorientación productiva del mercado interno hacia la exportación, y el desfasado reparto agrario. Pero si se logró una recuperación económica ligeramente mayor a la tasa de crecimiento poblacional.
El fortalecimiento de una burocracia gobernante. Esta burocracia gobernante se consolidó al formarse el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en sustitución del Partido Nacional Revolucionario (PNR). Dicho organismo proponía la unificación de las organizaciones de trabajadores –tanto del campo como de la ciudad- en la Confederación Nacional Campesina (CNC) y la Confederación de Trabajadores de México (CTM). Estas organizaciones se convirtieron en elementos indispensables para el sistema político mexicano. Lo cuál significó que las organizaciones de trabajadores perdieran su independencia y se convirtirían en un apéndice del partido en el gobierno a cambio de algunas concesiones a sus demandas y posiciones políticas.
A partir de 1940, el sistema político mexicano adquirió, a través del partido oficial, carácter dominante, como reclutador de cuadros políticos y controlador de las grandes organizaciones de masas, bajo la directriz del gobierno. Se convirtió es una organización institucional central, a la vez que formulaba demandas y protegía los intereses de los diferentes sectores que lo integraban; situación muy similar a la que ocurrió durante la presidencia de Manuel Ávila Camacho, al surgir la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) como traslado de poder para neutralizar a las organizaciones obreras.
El impulso a la educación. El proyecto de Unidad Nacional se centró en la educación. Ésta realiza una intensa campaña combatiendo a un conjunto de ideas que fueron el producto de dogmas y prejuicios entre la población, impuestos por la Iglesia a través de la religión. Así, era imprescindible establecer una concepción ideológica con tintes nacionalistas y socializantes, que ejerciera sobre la mente de los hombres otra actitud ante la vida y la sociedad, conduciendo al pueblo hacia el “progreso”, creando un concepto racional y exacto del universo y de la vida social.
Las características de la educación debían ajustarse al desarrollo heredado de la Revolución. Cárdenas representó el eslabón necesario para la unificación de todos los sectores, buscando a través del nacionalismo la formación de los cuadros técnicos, la fundación de escuelas que lograran la capacitación de los mexicanos en los avances científicos y tecnológicos, para que contribuyeran a industrializar al país y rompieran la dependencia tecnológica con el exterior
El periodo 1934-1946 también constituyó la base de transición entre el gobierno militar y el civil, con una nueva concepción del poder. La meta era consolidar elementos ideológicos y culturales para este nuevo proyecto de modernización.
Política internacional. El Estado adquirió el compromiso de consolidar el nacionalismo, rechazando cualquier intervención imperialista. Cárdenas rechazó la participación de Italia y Alemania en el derrocamiento del régimen republicano español, apoyando y otorgando asilo político a los refugiados de guerra; además pidió apoyo internacional para solucionar este conflicto ante la Sociedad de las Naciones Unidas. Asimismo, brindó asilo político a León Trotsky, uno de los líderes de la Revolución Rusa de 1917. Criticó al gobierno nazi de Alemania por la anexión de Austria y por la invasión a Polonia.
La política con Estados Unidos, presidida por Franklin D. Roosevelt, se caracterizó por la llamada política del “buen vecino”, supuestamente exenta de presiones e intervenciones externas en la política de México y de Latinoamérica.
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